14 de Julio del 2021
A.T.S.S.
El Artiguismo bajo la lente de la Seguridad Social
Gonzalo Abella en entrevista con ATSS
Foto: Gonzalo Moreira


Entrevista a Gonzalo Abella en la que se trata la época artiguista desde un punto de vista basado en la seguridad social. Un resumen sobre el periodo y un análisis del accionar que tuvo el proyecto para con los sectores más desfavorecidos.

En un marco de confrontaciones sociales profundísimas, entre opresores y oprimidos, muchas veces se olvida que en el bando de los independentistas también había opresores.
No podemos entender la gesta artiguista, que es una gesta colectiva, de mujeres y de hombres, que Artigas de alguna manera coordina, una gesta interprovincial, si no vemos las diferencias del contexto de época en que se expresa.
Así comienza Gonzalo Abella esta charla que tuvimos el gusto de compartir en ATSS, en la que nos introduce al período artiguista para luego analizarlo desde la óptica de la Seguridad Social. 
A continuación (sin más interrupciones) sigue así:
En primer lugar, está el capitalismo abriéndose paso en Europa, todavía manufacturero, con máquinas de tracción animal y una avidez enorme de materias primas. En las colonias sigue siendo necesario para ellos la trata esclavista.
En ese contexto de fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, se dan distintas formas de resistencia. Por un lado están los pueblos originarios defendiendo sus territorios, los afroamericanos, creando espacios de libertad, por otro lado, en las misiones jesuíticas, que en un mundo agrícola y lejos del Vaticano, comenzaron a crear una teología diferente, una teología de la liberación que después tuvo hijos como Andresito Artigas. En cuarto lugar estaban los únicos que tenían un proyecto de independencia que eran los Masones liberales. Su concepto de libertad era libertad de comercio, sobre todo y por tanto estaban contra el absolutismo español.
Como otra forma de resistencia, encontramos al mundo gaucho, como una especie de anomalía, porque era incontrolable. A la mina la podés controlar, a la plantación la podés controlar. Al ganado también, pero solo con alambrados, y en esa época no había. Por lo tanto, esta era una riqueza muy fácil de apropiar para los desposeídos. Es en ese mundo gaucho, que fascinó a Artigas que se genera una sociedad de un colectivismo difuso, de compartir, de negros, muchachas negras fugadas, indios, inmigrantes humildes en una amplia diversidad, donde existía además contacto del comercio ilegal. Era una muy buena vida, y una vida de paz, en un mundo convulsionado por la esclavitud, por la trata.
Era un mundo de mestizaje cultural, que cuando los masones proponen romper las cadenas coloniales, el mundo gaucho pensó: libérense ustedes, nosotros ya somos libres, hace más de cincuenta años que no le hacemos caso a la ley colonial y hacemos lo que queremos. Las familias negras se habían fugado masivamente de Montevideo en 1803.
Artigas, entonces, es un protector de ese mundo. Como contrabandista y como soldado del rey, se encuentra en este tejido cultural. No puede entenderse de otro modo, cómo una persona que usa uniforme monárquico se transforma en protector de los pueblos libres de siete provincias, si no había un trabajo de red, un trabajo conspirativo de décadas.
Cuando la revolución de mayo de 1810, Artigas mantuvo un perfil bajo por una simple razón: lo que pasaba en Buenos Aires, al mundo gaucho le era absolutamente independiente. No pasaba eso con los indios del Cuyo, indios artesanos, que necesitaban, a través del comercio de Buenos Aires, vender sus productos en Europa y que ahora con la "libertad", entendida al sistema liberal, se veían perjudicados por la entrada de telas inglesas, lo que sólo pudo resolver el reglamento de aduanas de Artigas, que gravó a todas las producciones inglesas que competían con las producciones textiles locales.
En 1811 la situación cambia totalmente, llega un nuevo Virrey a Montevideo con la orden de enfrentar a la díscola Buenos Aires. Para eso hay que enchalecar a los paisanos, esclavizar a los negros que andaban sueltos  y a los hacendados de campaña decomisarles hueyes y carretas. Ahí se genera en la campaña de la Banda Oriental, lo que Artigas llama la Admirable Alarma. Ahí las consignas de 1811 jamás mencionan ni el concepto de independencia ni el concepto de abajo la monarquía, lo que se dice es: muera el tirano de Montevideo. Artigas plantea lo que la gente quiere, no vamos a ir a una guerra con Buenos Aires, en secreto marcha a Buenos Aires para coordinar acciones. Es un gran conspirador, además de ser un gran tejedor de redes. Y nunca hace de la guerra su primera opción, él trata de hacer una estrategia contando con los de abajo, los que él llama los más infelices.
Cuando derrota a los españoles en la Batalla de las Piedras y toma el sitio de Montevideo pasa lo impensable. El gobierno español de Montevideo le pide ayuda a las autoridades portuguesas de Río de Janeiro. Artigas queda entre dos fuegos, se repliega, los historiadores después le llamarán el éxodo. Y en ese éxodo la gente está con su ropa en jirones, los hacendados queman sus posesiones y sus carretas para que no las pueda usar el Virrey y se van todos juntos y hermanados. Ya en el Ayuí, el pueblo oriental se baña de continentalidad. Porque vienen los paraguayos, les traen yerba, telas, los entrerrianos les construyen los ranchos,  vienen los indios de Andresito a ponerse a las órdenes de Artigas. Los indios guaraníes no vienen en malón como los charrúas, vienen con artillería y con un cura que daba misas campales, el cura Acevedo, que decía: "hijos míos, el evangelio de Jesús es muy sencillo, quien está con Artigas va al cielo, quien está con los portugueses se pudre en el infierno".
Al regreso del pueblo oriental a sus hogares, cuando regresa la lucha entre españoles y portugueses, en 1813, Artigas puede plantear en las Instrucciones las condiciones para una Patria Grande, porque ahora el pueblo lo entiende.
Lo maravilloso de Artigas es como va generando en función de la expectativa y de la comprensión de la gente, como va profundizando las consignas.
Y ahí se da otro fenómeno que es muy interesante, que es la solidaridad social, la solidaridad con los desvalidos. Ya en los pueblos originarios existía eso, en un concepto que para mí es lo más parecido a la Seguridad Social, que es el concepto de "minga", que es trabajar siempre por las viudas, por los desvalidos, por los niños huérfanos. Un concepto que como tantos otros, el poder colonial desprestigió.
Te voy a ayudar, hasta hace pocos años: Minga te voy a ayudar, eso es cosa de indios.
Entre los afroamericanos la protección de los hermanos desvalidos es una cosa fundamental. Por otro lado, el mundo campesino de los inmigrantes pobres, desde Castilla, desde Aragón, vienen también con sentimiento solidario de aldea, de comunidad.
Hay todo un concepto que se va expresando en cómo ayudar a los más humildes, y la única forma de ayudarlos, a que sean ciudadanos dignos y ciudadanas dignas es la tierra. No se puede pagar con dinero una pensión, porque la Liga Federal nunca acuñó monedas. Circulaban libras inglesas, que nadie sabía a qué cambio estaban, patacones españoles y monedas de plata acuñadas en Potosí. Entonces, ¿cómo se podía generar la igualdad? A partir de la tierra. La tierra era la moneda de la protección social.
Por eso en el Reglamento de Tierras de 1815, Artigas plantea repartir la tierra de tal manera que los  más infelices sean los más privilegiados. Una frase que muchas veces nuestros políticos mutilan. La frase no es completa. La frase es: Repartir la tierra de tal manera que los más infelices sean los más privilegiados. Ahí hay un concepto de justicia social, que se une a otro concepto interesantísimo. Bárbaro, repartimos tierras, pero ¿y a quién se la sacamos? Entonces Artigas dice claramente: a todos los hacendados no, a los hacendados enemigos de la revolución, a los grandes latifundistas que están en Montevideo, y que Artigas define de una manera maravillosa: son malos europeos y peores americanos.
¿Y cómo se da? ¿Con qué criterio?
Se imponen condiciones a la gente que se le da ese beneficio, tiene que levantar un rancho, poner tres corrales, pero lo más interesante, pensando en la seguridad social, es el artículo 7 del Reglamento de Tierras, donde dice que hay que darle prioridad a las viudas pobres con hijos. En este concepto de la seguridad social, más de solidaridad, Artigas no se pregunta qué aportes hizo en su vida esa viuda pobre con hijos.
Y después dice que los americanos casados tienen prioridad ante los americanos solteros y estos ante cualquier extranjero. Ahí está el concepto de patria también. Artigas no dice Oriental, dice los Americanos. 
Hay una última cosa, que a mí me parece importante. Artigas no es una especie de genio en un mundo de bárbaros. Artigas es una persona que coordina un movimiento de gran creatividad en donde todos hacen su aporte. Por ejemplo, si no hubiera estado Ansina, que fue marinero y recorrió toda América del Sur, a Artigas le hubieran costado mucho los nexos con el mundo Afro continental, si no hubiera estado Andresito Artigas, todo el mundo misionero, que estaba viviendo una experiencia extraordinaria a través de una relectura del Evangelio, no se hubieran integrado a la Liga Federal, y si no estuviera el mundo gaucho del litoral argentino la Banda Oriental no hubiera podido resistir su proyecto.
Además, hay mujeres extraordinarias que participaron de la gesta y que la historia oficial borró. La china María, la primera montonera, caída en 1811 en Paysandú, Victoria la cantora,  la india Juana Bautista que viene desde la actual Argentina a sumarse. Melchora Cuenca, a quien la historia la recuerda por su amor con Artigas, pero que era tremenda lancera paraguaya y respetadísima por su actitud en combate y su generosidad con la gente. Las lanceras negras, como Soledad Cruz. Es todo un mundo del que también las mujeres participan.
Es un mundo en construcción que terminó inconcluso. ¿Qué hubiera pasado si ese mundo se hubiera desarrollado? Podemos suponer hacia donde iba. El problema del Artiguismo, de la Liga Federal, es que iba un poco fuera de la tendencia general. La tendencia general de los liberales, que fueron los que primero plantearon la Independencia y que luego se quedaron con el poder, no era un proyecto popular.
Este proyecto estaba condenado a no sobrevivir, pero fue una siembra importantísima. 
Agradecemos enormemente a Gonzalo Abella por habernos dedicado un rato de tiempo para compartir todo esto con ustedes.