
Uruguay y la región atravesaron en los últimos días una ola polar. Frente a esto, el Mides activó todos los protocolos para asistir a personas en situación de calle. Sin embargo, muchas -por diversos motivos- prefirieron no usar los refugios. La alerta, que en Buenos Aires dejó ya cinco muertos, visibiliza una situación de vulnerabilidad endémica.
Son las 9 de la mañana, el sol comienza a levantar sobre la ciudad, dejando atrás otra noche de bajas temperaturas, cuando se abren las pesadas puertas de madera del refugio situado sobre 25 de Mayo y Pérez Castellano, en plena Ciudad Vieja. Uno a uno, bien abrigados, van saliendo los hombres que pasaron la noche dentro. Algunos con el mate y el termo bajo el brazo, otros enfundando una guitarra o empujando un carrito de supermercado con sus pocas pertenencias, alguna frazada, un colchón viejo y algunos objetos personales. Algunos salen rumbo a sus trabajos y otros vuelven a la realidad de la calle, a esperar que el sol vuelva a esconderse para que las rejas y las pesadas puertas de madera vuelvan a abrirse.
En el umbral nos recibe Paola, una educadora social que se ocupa de recibir y atender a las personas que pasan cada noche allí. Junto a otro cuidador, compone el personal que atiende el refugio en el horario nocturno.
El centro de noche cuenta con 40 plazas fijas, de las cuales 37 son ocupadas de forma permanente por las mismas personas. La noche del lunes, una de las más frías, se acercaron 28 personas más, de las que solo tres pudieron ser recibidas; las otras 25 tuvieron que ser derivadas a otros centros de acogida.
Paola nos cuenta que los problemas de adicción entre las personas que utilizan el refugio son comunes. A pesar de eso, no se les permite ingresar en estado de intoxicación. Como medida de seguridad, las personas que ingresan son revisadas, y se les retiene cualquier tipo de elemento cortante, alcohol o drogas. En el caso de los medicamentos, también son retenidos, y un enfermero se encarga de dejar preparadas las dosis que luego son distribuidas y suministradas por los cuidadores.
El promedio de edad de quienes acuden al refugio ronda los 24 años entre las personas jóvenes, pero hay muchos mayores. De los que residen de forma permanente, unos 10 trabajan. El resto, subsisten con la tarjeta que les otorga el Mides. La educadora relata que se realizan contactos con centros diurnos donde se ofrecen talleres de formación, para colaborar con su inserción social, pero son pocos los que toman la posta.
La seguridad dentro del refugio es otro tema que no está cubierto. Hace pocos días, una persona que ingresó en el primer turno (de 18 a 1) fue sancionada por una falta de conducta, y no se le permitió pasar la noche. A las 3 de la mañana, a modo de venganza, se arrimó hasta la entrada y prendió fuego el contador de luz. Alertadas por la situación, las cuidadoras dieron aviso al 911, que logró detener el fuego. De no ser por su ayuda, se podrían haber electrocutado, dice Paola, abriendo grandes sus ojos.
Muchas de las personas tienen antecedentes penales, y otras tantas problemas psiquiátricos. En este sentido, el centro cuenta con la asistencia de un equipo social y psicológico de apoyo, pero la tarea es difícil, ardua y compleja. El problema, sin lugar a dudas, es endémico.
Mientras, siguen saliendo personas, y saludan a Paola con el puño. Uno de ellos, un hombre de unos cincuenta años vestido con una campera de algodón blanca, comenta que pasó bien la noche, que se pasa bien ahí.
Frío intenso más allá de las alertas
Luego de que el Instituto Nacional de Meteorología (Inumet) anunciara una ola de frío en todo el país, el Mides activó un operativo especial para atender a las personas que viven en situación de calle. El plan de acción incluye una articulación con la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), y los ministerios del Interior y de Defensa.
Según fuentes del Mides consultadas por el portal apu.uy, entre 1.500 y 1.590 personas accedieron a los refugios del Ministerio en todo el país desde el jueves 4, no llegando a saturar el sistema, que cuenta con 1.800 plazas disponibles, entre los que figuran 24 hogares, que permanecen abiertos las 24 horas. Por las líneas telefónicas ingresaron 200 avisos de personas en situación de calle, que fueron atendidas por los equipos móviles dispuestos en el territorio. Hasta el momento no fue necesario activar el protocolo de internación involuntaria que funciona desde la promulgación de la ley 20.279 en mayo de este año, la cual modificó el artículo único de la ley 18.787, luego de un intenso debate por las garantías personales.
La alerta de frío polar, que ha registrado temperaturas de hasta -5°C, rige hasta el miércoles 10. Sin embargo se espera que las temperaturas continuarán en el entorno de los 0°C hasta el domingo inclusive. Mientras tanto, sigue vigente el Plan Invierno del Mides, que busca asistir a personas en situación de calle a través del aumento de la presencia en la vía pública. Los Centros Coordinadores de Emergencias (Cecoed) de las intendencias de todo el país, la Junta Nacional de Drogas (JND), el Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU), el Sistema Nacional de Emergencias (SINAE), la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), y los ministerios del Interior y de Defensa, forman parte de los equipos que trabajan de manera articulada para ayudar a las personas en situación de vulnerabilidad en uno de los inviernos más fríos que atraviesa el país.
Para colaborar con la asistencia de personas en situación de calle, el Mides tiene a disposición la línea gratuita 0800 8798. En caso de detectar una situación que requiere asistencia a la salud, se debe contactar al 105 de ASSE, y en caso de situaciones vinculadas a la seguridad y la convivencia, solicitan comunicarse al 911.
Morir de frío en la calle
Durante la ola polar, se registraron al menos cinco fallecimientos de personas en situación de calle en Buenos Aires, Argentina. Esto sucede en el marco de una crisis económica y un proceso de desregularización del Estado, de sus instituciones y de los mecanismos de asistencia social. Se trata de una situación que nos debe alertar y nos interpela a redoblar los esfuerzos para encontrar soluciones de fondo para las personas en situación de calle.