
El inmenso dolor de la desaparición de un hijo, sin explicación alguna, -en el caso de Ignacio Susaeta, que el próximo jueves cumple 10 años de ausencia-, no paralizó a sus padres. No dejan de buscarlo, pero, a la vez, han promovido cambios en el rastreo de personas.
El Portal APU.Uy , conversa con la mamá de Ignacio, Alejandra Rodríguez, y al final de la nota la crónica de la desaparición.
-¿Cómo han transcurrido estos años para ustedes?
-El otro día justamente hablábamos con mi esposo… No sabemos cómo llegamos a este momento de decir: ‘hace diez años y no sabemos nada de Ignacio…’ Nuestra abogada continúa buscando datos y no se ha tenido ningún avance.
-En ocasiones, ante situaciones muy adversas, las familias como tales se desmoronan, se separan… ¿Cómo fue y es el caso de ustedes?
-Como familia tratamos de seguir adelante acompañando a nuestros otros dos hijos, sin dejar la búsqueda y generando cambios. Podemos decir que nos fortaleció. Nacho no está, pero igualmente seguimos siendo cinco en nuestra familia. Como se imaginarán han pasado muchas cosas en estos diez años, por ejemplo, sus hermanos: Martín ya tiene veintiuno y terminó el tercer año de facultad y Natalia ya se recibió. Nacho es el hermano mayor.
-Cuando menciona “generar cambios”, ¿a qué se refiere?
-Trabajamos mucho por el proyecto Alerta AMBER*. Lo armó nuestra abogada y se presentó a través del diputado Álvaro Rodríguez. Después de mucho luchar y de ir varias veces a Comisiones, se aprobó a fines del año pasado. Todavía no se ha instrumentado. Apunta no sólo a la búsqueda de menores sino también para el caso de mayores de edad. Se trata que las comunicaciones sean más rápidas. Acá en Uruguay todo es muy lento, la burocracia de los trámites, llamar a declarar a una persona no es lo mismo que sea a los días, que a los ocho meses.
-¿Otras familias, en estos diez años, se han contactado con ustedes por situaciones de ausencias, de casos similares?
-Sí, muchas, muchas.
-¿Han logrado resultados, o mantienen la misma incertidumbre que ustedes?
-Unas tienen logros y otras siguen en la misma lucha que nosotros. Me solidarizo con las personas que pasan por situaciones de ausencias, psicológicamente es muy duro. Juro que no quisiera un ausente más, pero son cosas que siguen pasando, y ayudo en lo que pueda.
-¿Tienen algún indicio de qué fue lo que pudo haber pasado con Ignacio?
-No. No. Seguimos exactamente como el primer día, como el 23 de enero de 2015. En su momento, le presentamos al ministro que estaba un programa para hacer el envejecimiento facial, como hay en Estados Unidos para la búsqueda de personas a través de los años, para poner las dos imágenes: cómo estaba cuando desapareció y sus rasgos con el paso de los años. Creo que el programa se trajo, se estaba probando. Acá todo es lento.
-¿Hay proyectada una movilización para el 23?
-Sólo por las redes. Una marcha es muy movilizaste, muy fuerte psicológicamente, y no me va a traer a Ignacio. Y ese día, es el cumpleaños de mi esposo (Juan Eduardo Susaeta), aunque desde hace diez años su cumpleaños no existe. A 10 años de la ausencia de Ignacio, seguimos en su búsqueda como el primer dia. Tratando de que el tema Ausentes en Uruguay sea más relevante y conocido por todos.
Les pedimos a todos que nos sigan prestando su ojos para encontrarlo
Gracias a todos.
-¿Hay sensibilidad social en Uruguay sobre situaciones como la de ustedes?
-No, y estoy convencida de eso. Perdón porque ustedes son de la prensa, pero te llaman, te hacen una nota, son cinco minutos, y pasan a otros temas. El caso se olvida. Hay países en que la gente lo toma de otra forma a este tipo de temas, se concientiza, las autoridades tienen otras estructuras, acá no.
He ido a comisiones del Palacio Legislativo a plantear que se difundan las ausencias por los diferentes medios del Estado, Aduanas, Salud Pública, Ministerio del Interior, en todos lados, pero no hay avances. Cuando llamo al Departamento de Personas Ausentes me atienden, tenemos una muy buena relación, no lo dejan de buscar a Nacho, pero no se sabe nada, no se sabe a dónde ir y en nuestro país hay carencia de herramientas de búsqueda.
*Alerta AMBER es un sistema de notificación de menores de edad desaparecidos, o que corren peligro de ser abusados sexualmente o maltratados físicamente. Se ha implementado en varios países desde 1996. AMBER en inglés es America's Missing: Broadcast Emergency Response (que en español significa “Personas perdidas de América: retransmisión de respuesta de emergencia”) pero que originalmente hace referencia a Amber Hagerman, niña que fue secuestrada y días después localizada sin vida en Texas (EE.UU.) Fuente Wikipedia
LA SILLA VACÍA
Este 23 de enero se cumplen 10 años de la ausencia de José Ignacio Susaeta (foto 2015), una desaparición sin explicación, sin respuesta.
José Ignacio es hijo de Alejandra Rodríguez y Juan Eduardo Susaeta. Tiene dos hermanos menores que él (otro varón y una mujer). Una familia de Montevideo. Hasta ahí nada diferente a las familias de clase media trabajadora.
Era estudiante de ingeniería, tenía 23 años de edad, y una lista de planes para su futuro. El día del cumpleaños número 50 de su papá, aquel viernes 23 de enero de 2015, José Ignacio salió de su casa en auto a eso de las 20 horas. Su cometido: entregar una cuadernola a un amigo, acto seguido pasar a buscar a su novia, y volver a la casa para el festejo. No entregó la cuadernola y no pasó por lo de su novia.
En la casa lo estaban esperando, a eso de las 20:30 horas la mamá pide que lo llamen al celular, lo hace el hermano menor al cual le responde: “Ya voy, Martín”. Se apagó, o apagó, o le apagaron el celular, y nunca más se supo de él.
Al día siguiente, o sea el 24, la familia efectuó la denuncia a la policía y comenzó la búsqueda.
El domingo 25, dos días después de la desaparición de José Ignacio, aparece el auto negro, Chevrolet Spark, en la zona de Lagomar. La prensa le dedica días, semanas al hecho, hasta que otros sucesos taparon este caso inexplicable, sin respuesta.
Cuando salió de la casa de sus padres tenía puesta una bermuda clara, una remera y championes. En el auto se encontró su mochila, y cuando la policía le entregó el vehículo a la familia, ésta encontró su billetera, a la que sólo le faltaba la cédula de identidad. Raro que la policía no halló la billetera, siendo que presuntamente perició el vehículo.