18 de Mayo del 2023
Alvaro Pan Cruz
Gabriel Otero
In memoriam de la memoria
Otero, padre e hijo
Foto de Gabriel Otero

Gabriel Otero fue Alcalde del Municipio A, actualmente es diputado del MPP-Frente Amplio, pero también es músico y escritor. En esta ocasión nos compartió, para el Portal APU.uy, un texto que es, como lo propone desde el título, un rescate de la memoria, personal, familiar y colectiva.

El 18 de mayo de 1990 mi viejo tuvo un accidente de trabajo. En ese entonces trabajaba en la construcción y si bien era carpintero de obra, agarraba lo que había. Trabajar "en blanco" era un privilegio que se podía dar en alguna obra grande, aunque no te le liquidaran los jornales realmente trabajados.

El viejo estaba haciendo una de esas changas “estiradas“ con la misma empresa y lo hacía, obviamente, "en negro". Ya era un hombre grande y después de 10 años de cana el físico estaba deteriorado. Lo salvaba su conocimiento y el ser un buen trabajador que disfrutaba de lo que hacía.
Además era buen compañero, querido por los más jóvenes. Si bien no era de darles consejos ni mucho menos, Papá tenía la extraña virtud de decir lo justo ,acompañado de su solidaridad, con eso bastaba.

El día tan fatídico que voy a narrar, Uruguay jugaba un partido amistoso, no recuerdo con quién.
La cuestión que se iban a retirar antes de la obra. Había trabajadores en la terraza haciendo un trabajo de impermeabilización y él trabajaba dentro de la casa en tareas de remodelación, limpieza de obra, etcétera. Podía retirarse y no avisar. Cada uno tenía una llave y simplemente era irse sin más, pero Papá decidió avisar. 
Si, él era así; quería estar seguro que si lo llamaban por algo que necesitaran los compañeros, estuvieran al tanto que él ya no estaba en la obra.

Al subir por un pozo de luz, puso el pie en una ventana, luego el otro en la escalera (casera) que llevaba a la terraza. Les pegó el grito, los saludó y cuando fue a pisar la ventana resbaló y cayó de una altura de no más de 2 metros. El golpe fue de lleno en la cabeza, es decir, cayó vertical, no hubo chance de enderezar el cuerpo o algún movimiento que ayudara en la caída.

El ingreso a la vieja MIDU fue dramática. Nos avisaron y llegamos en el momento que lo bajaban de la ambulancia, con collarín, etc.. El diagnóstico fue: “si se salva queda parapléjico”.

Así fue, fue perdiendo movilidad al punto que no podía mover el diafragma para respirar. Desde el CTI, lógicamente, llegaban los peores augurios. El Doctor Ricardo Caritat era el jefe en ese CTI y fue clave su experticia para que Papá, a los 30 días, empezara a recuperar la movilidad de los dedos y lo más importante de su diafragma. Traqueotomia mediante empezó a expresar alguna cosa.

Lógicamente que empezaron a aparecer todas las nanas posibles y las infecciones respiratorias que hacían de él, un paciente en permanente riesgo. Además estaba sin cobertura social entonces fue trasladado al BSE luego de casi dos meses en CTI.

Nunca supe como “regularizó” la empresa, pero sí se que sufrimos mucha presión del BSE para sacarlo de la MIDU ya que salía caro mantenerlo ahí. Los cuatro meses en el sanatorio del Banco de Seguros fueron  para el olvido.Salvando el amor que puso el personal médico, Papá no tuvo una asistencia adecuada para intentar mejorar su estado.

Eran otros tiempos, otras realidades, casi un 50% de informalidad donde las empresas tenían la libertad total de tener o no al personal en planilla. Eso se concatenaba con los servicios que el Estado (aquel Estado) le daba a los trabajadores que se accidentaban.

Gobierno herrerista que se sufrió y cuando hoy quieren "sacar la pata del lazo" los "liberales", hay que activar la memoria. Nunca les importó el bienestar de los y las trabajadoras y sus familias.

Esas políticas “al descuido” se llevaron vidas y cada vez que tuvieron que optar, optaron por los poderosos, sin reparos, sin importar cuál era la suerte que se corriera.

Siempre supe por qué sucedió lo qué sucedió con mi Viejo y los miles de trabajadores que pasaron por eso. De hecho mi generación recuerda aquellos años 90 con los primeros trabajos en la informalidad. 

Por eso apelo a las “historias mínimas". Porque la sociedad se nutre de ellas, porque en esas historias está marcado a fuego la realidad que debemos cambiar.

Papá falleció el 20 de octubre de 1990.

Como debe ser, sus compañeros decidieron que el velatorio debía ser en la “Base Pinela”.
Eternamente agradecidos mis hermanos y yo por aquel acompañamiento y por el compromiso de esa generación que nunca le sobró nada porque lo dió todo.