¨Hacia una democratización transformadora¨ ha sido el ciclo de 6 entrevistas que realizó el Portal APU.uy con el matemático, cientista social y Ex Rector de la UDLEAR, Rodrigo Arocena.
Llegamos al fin de este ciclo y a modo de resumen de los temas tratados, te quería pedir si nos pudieras hacer recordar aquellos científicos uruguayos que fueron apreciados por la gente común. ¿Qué hicieron, que anécdotas te contaron de ese aprecio popular?
Muchos científicos uruguayos han logrado, por su actuación durante la pandemia y muy merecidamente, un aprecio grande de la ciudadanía. La lista incluye, por supuesto, a las personas que encabezaron el Grupo Asesor Científico Honorario, el GACH. También incluye a investigadores antes menos conocidos, como Gonzalo Moratorio y Pilar Moreno, que el país se acostumbró a considerar como referentes en todo lo relacionado con la pandemia.
Sería de pura justicia hacer, sin embargo, dos observaciones. En primer lugar, la colaboración de la comunidad académica nacional al enfrentamiento al COVID involucró a muchos hombres y mujeres de gran capacidad y enorme compromiso social; los nombres de la mayoría no se han hecho muy populares, pero todas esas personas han merecido, como se decía en otra época, “bien de la patria”.
En segundo lugar, su labor cobró gran relieve, como es lógico, dada la gravedad de la pandemia, pero la comunidad científica nacional trabaja todos los días de todos los años en tareas social y culturalmente de gran relieve.
Lo nuevo aquí ha sido el amplísimo reconocimiento ciudadano, notorio por ejemplo en lo que cuenta Gonzalo Moratorio: al entrar a un bar, los parroquianos lo reconocen y lo invitan a tomar una cerveza con ellos. En ese pequeño gesto hay una semilla de futuro: la ciudadanía podría llegar a reclamar que se apoye más a la investigación nacional, los gobiernos podrían llevar adelante políticas adecuadas para ello, científicas y científicos podrían contribuir todavía mucho más que hasta ahora a la solución de diversos problemas colectivos.
¡Cuántas soluciones nuevas y eficientes se podrían construir!
Se aplazan en el mundo las políticas verdes y tu llamado a la producción sustentable que muchos países estaban empezando a encarar, rápidamente va para atrás. ¿Cómo reflexionas ante un nuevo avance del abuso de los recursos naturales, que otra opción tendríamos hoy?
La sustentabilidad ambiental y el enfrentamiento al cambio climático ya eran tareas difíciles antes de 2022. Con la guerra se han hecho todavía más cuesta arriba.
Las razones son varias, algunas muy evidentes. Las posibilidades de lograr grandes acuerdos internacionales – en particular para avanzar a partir de lo pactado en París – son todavía más escasas que antes; el uso de combustibles fósiles se multiplica; las penurias en materia de abastecimientos impulsa a producir con menor atención a los aspectos ecológicos.
Los especialistas en los temas vinculados los comentan con angustia. Yo soy apenas un ciudadano preocupado: ¿qué puedo decir? Nunca hay que cometer el pecado de perder la esperanza.
Pase lo que pase hoy, vendrán tiempos mejores y gobernantes más capaces que la mayoría de los actuales, que lograrán construir grandes acuerdos para producir de otra manera, con mayor prioridad a las necesidades de la gente postergada, con menor uso de recursos naturales y menores costos materiales, combinando mejor sustentabilidad e igualdad.
Para esas tareas, como acabamos de señalarlo, nuestro país ha llegado a saber que cuenta con la gran contribución potencial de la ciencia nacional.
Preconizaste en este ciclo la generalización de la educación terciaria. ¿Qué porcentaje de jóvenes que entran en la UDELAR se terminan recibiendo? ¿A qué franja social pertenecen? ¿Se quedan en el país u optan por trabajar en el exterior?
Para la tarea de producir de formas más inclusivas y sustentables se necesita, entre otros factores, productores cada vez más calificados. La generalización de la educación terciaria es uno de los factores que deben contribuir a la transformación productiva.
La UDELAR, como lo reitera el Rector Arim, está comprometida con ese propósito. Recientemente el Rector anunció que la institución ha llegado a un máximo histórico: más de siete mil personas se recibieron en un año. Es una gran noticia para el país.
La UDELAR, con muy buen criterio a mi entender, acepta a la mucha gente que se inscribe en sus carreras, a menudo en más de una; gran parte de esa gente, al inscribirse, está lejos de tener una vocación definida y, además, suele afrontar dificultades económicas, por lo cual es frecuente que siga otros rumbos.
No corresponde pues comparar el número de personas que se reciben con el total de inscripciones, sino más bien referirse a lo que cabe llamar el “ingreso efectivo”, vale decir, al total de quienes, tras por ejemplo un año de haberse inscrito, efectivamente están cursando alguna carrera.
Cuando yo me desempeñaba como Rector seguía muy de cerca ese proceso. Por entonces la cifra de graduación era del orden del 50% del ingreso efectivo, comparable con lo que sucede en universidades públicas de acceso irrestricto de países como los escandinavos.
En otras palabras, de cada dos personas que concretaron su propósito de estudiar a nivel terciario, una se recibe. ¿Y la otra? Como subrayaba hace ya muchísimos años Alfredo Errandonea:
... aún para quien no se recibe la experiencia universitaria puede serle muy valiosa, para el desempeño laboral, para el accionar ciudadano, para el acceso a la cultura.
Aún así, siempre hay que redoblar los esfuerzos para apoyar los avances en los estudios y su culminación: eso sirve al país y a cada estudiante. No es fácil para muchos. Por supuesto, la muchachada de sectores postergados tiene grandes dificultades para avanzar en la educación media y acceder a la terciaria.
Es un activo de la UdelaR que más del 50% de sus estudiantes sean la primera generación de sus familias que logra al menos ingresar a la educación superior. Lograr que completar niveles de formación terciaria deje de ser un privilegio y pase a ser efectivamente un derecho para todas y todos demanda aún mayores esfuerzos que los ya puestos en juego.
Entre quienes se reciben, me consta que la mayoría quiere vivir, trabajar y aportar en el país. Tan importante como generalizar la educación terciaria es promover oportunidades laborales para la gente altamente calificada.
Mencionaste que cuanto más profesionales universitarios haya más favorece al resto de la población. ¿Podrías explicarnos más esta ecuación?
Por ejemplo: desde el punto de vista de la igualdad, ¿es mejor o peor que haya muchos profesionales de la salud? Si hay pocos, sólo la gente con importantes recursos accederá a una atención de calidad.
Imaginemos un país con muy pocos profesionales universitarios y muchos trabajadores muy poco calificados. ¿Cuánto se les pagará a los primeros y cuánto a los otros?
Cuando se incrementa la proporción de profesionales, disminuye la proporción de personas sin ese nivel de calificación: ¿qué pasa con los salarios de estos últimos?
Si hay muchísima gente que sólo puede acceder a tareas rutinarias y no calificadas, probablemente tenga que aceptar salarios muy bajos. ¿Qué pasará si hay menos gente que está dispuesta a desempeñar tales tareas?
¿Estas familiarizado con la reforma de la educación que se está por aplicar en el Uruguay? Hay previsto alguno de los planteos que tú nos hacías -en este ciclo de 6 charlas para el Portal APU.uy -acerca de que los adolescentes tengan preparación para trabajos inmediatos.
Sigo por los medios de comunicación las propuestas de cambio que levantan las autoridades de la educación. No veo por ahora que constituyan realmente un proyecto de reforma en grande.
No tengo noticias de que esté previsto que la Educación Media llegue a estar en condiciones de formar a todos sus estudiantes a la vez para acceder efectivamente a la Educación Superior y para acceder a desempeños laborales dignos, adecuadamente remunerados y que incluyan tareas creativas.
Se aprende combinando el estudio con el trabajo creativo. Ningún proyecto que descuide esa verdad tan grande como elemental llegará a ser una Reforma de la Educación como nos hace falta para afrontar la falta de sustentabilidad ambiental y la desigualdad social.
En tu deseo de que se expandan derechos mencionabas el Sistema Nacional de Cuidados que era buen ejemplo de educación y trabajo a la vez. ¿Qué otros ejemplos se te ocurren de este tipo?
Trabajadoras y trabajadoras no docentes (vale decir, técnicos, administrativos y de servicios) de las instituciones educativas tienen a menudo una gran experiencia en labores vinculadas tanto con la enseñanza como con la investigación y con el uso socialmente valioso del conocimiento.
¿No sería a la vez justo y fecundo potenciar esa experiencia ofreciéndoles oportunidades de combinar desempeño laboral y estudios sistemáticos a niveles cada vez más avanzados?
-------------------
A quien le interese ver la serie completa la encuentra en:
https://www.youtube.com/playlist?list=PLmH2X7xp6LSncWbFEXjfKkQfeoSqNE-Dq


