El Cardiólogo Intensivista, Álvaro Niggemeyer, define como “caótica” la situación que están pasando los centros de tratamiento intensivo.
Uruguay se aproxima a la cifra de los cuatro mil fallecimientos diagnosticados con COVID-19 positivos, mientras tanto, actualmente, quinientos pacientes ocupan las camas de los CTI, llevando al porcentaje de ocupación total al 70% y determinando su estado como “controlado”. A través de la entrevista el Doctor nos explica que los números que se le presentan a la población son inexactos, ya que no se están teniendo en cuenta otras variables problemáticas a causa de la pandemia.
“No hay personal suficiente” explica al portal APU.uy. Conforme el número de camas pudo ser duplicado, gracias a varias inversiones del Estado, se omitió que no se pueda considerar de la misma forma los recursos materiales y los recursos humanos. En marzo de 2020 había 640 camas, actualmente su número llegó a 1022, mientras que los funcionarios quedaron colapsados de trabajo y los profesionales en formación tuvieron dificultades para continuar con sus cursos, principalmente dentro de las áreas prácticas.
Niggemeyer agrega que no es solamente la necesidad de personal, sino la falta de capacitación del mismo; en el transcurso de la enfermedad se requiere de un fiero cuidado llegando a situaciones donde por ejemplo, un paciente necesita de hasta seis individuos por intervención para poder realizar satisfactoriamente el procedimiento. Aquí no solamente influye la cantidad y formación del personal de la salud, sino también la experiencia en el campo, lo que sin dudas repercute en la calidad del servicio al llevar recién diplomados al área de los procesos difíciles.
Como efecto colateral en palabras del entrevistado “se están dando muertes que no deberían darse, por cada paciente de CTI dado de alta 1,8 fallece. En el ambiente se vive inestabilidad, angustia. Es muy comparable a un campo de guerra” atribuyéndole un carácter épico a la hora de ver el funcionamiento de un centro donde todos trabajan para afrontar la situación crítica. También comprende que el factor emocional está provocando un cansancio en el personal. “Enfermería vive la angustia de los pacientes”, por estas razones los funcionarios de la salud reclaman al Estado que se responsabilice, ya que fue ineficaz la decisión de acudir a la responsabilidad individual, afirma el sector.
“Se está perdiendo la pelea” es lo que se dice en los centros de terapia intensiva, pero los números no los oyen. La curva de índices de contagios bajará cuando se comience a administrar la vacuna a más personas, y se prevé que esto sucederá en aproximadamente dos meses. Ya casi finalizada la entrevista el doctor explica que el porcentaje para contagiarse de gravedad, a una persona que se le administró las dos dosis de la vacuna, se reduce a un 3%, un 12% solo con una de las dosis y un 15% sin vacunación. Los funcionarios reclaman que, como nunca, se necesitan medidas sobre la movilidad de los ciudadanos.


