02 de Junio del 2022
Roberto Saban
Uruguayos ilustres en Argentina
Dramaturgo uruguayo, golpea puertas en busca de escenarios.
Walter Acosta
Walter Acosta

  Entrevista al actor y dramaturgo uruguayo Walter Acosta

Roberto Saban:  Naciste en Las Piedras y allí comenzó tu largo camino en el teatro. Después vinieron los años en El Galpón y tu posterior creación de “Los Comediantes”. El período se cierra con tu partida a Europa a fines de 1967. ¿Qué nos puedes decir sobre esa etapa juvenil?

Walter Acosta: Reconozco ante todo la buena fortuna que me acompañó y la importancia fundamental que tuvo  en mi vocación gente como el Profesor Mario Delgado Robaina en Las Piedras, mi vinculación a El Galpón en Montevideo y mis años de trabajo con Los Comediantes.  

RS: Recuerdo que te conocí en Buenos Aires cuando estrenaste tu obra “¿Quién dijo miedo?”, unipersonal donde recreabas la vida y muerte de Florencio Sánchez.

WA: Así es. Las últimas palabras de Florencio me sirvieron para dar titulo a esa obra. Su representación fue un gran desafío desde el punto de vista actoral.

RS: Más tarde, presentaste con el mismo formato “Exilio y mate amargo”, que trata sobre los últimos años de Artigas en el Paraguay, y un tercer unipersonal - en el que protagonizabas a Shakespeare - titulado “Ser o No ser”. Acabas de publicar en Buenos Aires tu ¨Antología¨ en tres tomos. En indudable tu interés por la Historia con mayúsculas.

WA: Yo nunca he podido inventar fábulas sin recurrir a la Historia: es mi mayor fuente de inspiración.  

 RS: La galería de tus personajes es muy variada pues, entre otros,  incluye a Pinochet, Lorca, Lope de Vega, Juan Carlos Onetti, Miguel Hernández, Brecht o Cervantes. Saltar de un siglo a  otro y poner la lupa en semejantes personajes supone no sólo largas investigaciones sino también un arduo ejercicio de observación y estudio, ¿no?

WA: Por supuesto. Obliga necesariamente a encontrar las claves para reconstruir y reflejar de alguna forma el espíritu de cada época y la sociedad de entonces. El momento de escribir, demanda también una elección cuidadosa de lenguaje y estilo; al hacerlo me tomo algunas libertades en el manejo de los episodios elegidos como también en la conducta de sus  protagonistas. Sin que reste importancia al marco histórico, y sin llegar a una manipulación  deshonesta, tampoco me preocupa respetar con rigor excesivo la cronología de los hechos.  

RS: Me pregunto si frente a las realidades de nuestra cotidianidad, hay algún propósito específico en recrear tiempos y eventos pasados.

WA: El pasado nunca se repite totalmente ni se manifiesta de igual manera en su futuro, pero hay situaciones y conductas de entonces que son aplicables a las circunstancias de nuevas generaciones. Aunque no sea más que a título de comparación, la mirada retrospectiva permite precisamente identificar rasgos distintivos comunes y contrastes en la experiencia humana según se manifiesten y acontezcan en épocas muy diferentes.

RS: Habrá entonces un propósito claro de subrayar cómo las cosas perduran a lo largo del tiempo o cómo cambian.

WA: Es por eso también, que toda vez que yo escribo una obra  tengo bien presente la vigencia, el interés o el rechazo que el tema pueda haber alcanzado ya en nuestros días. Sin esa connotación no hallo aliciente mayor para escribir.  En la locura desmesurada del dictador chileno que yo pinto en “El escorpión”, creo encontrar paralelos elocuentes con la locura exhibida por Nerón, Calígula o Hitler. Del mismo modo, los tormentos que afligen al sacerdote Lope de Vega para dominar urgencias carnales a las que juró renunciar según muestro en mi obra “Verdugo es el amor”, se replican y reverberan siglos después en cada enamorado infeliz de nuestros días, sacerdote o no. Esta obra podría, incluso, provocar algunas reflexiones sobre cuestiones de género ya presentes en el Siglo de Oro y en la conducta del propio Lope de Vega. Son cuestiones que también sobrevuelan mi obra “Ratas” al exponer facetas machistas de Brecht hacia su propia mujer o durante sus bien conocidas aventuras dentro del círculo estrecho de sus colaboradoras.  

RS: Sorprende que, luego de tu trabajo en Uruguay y de largos años como actor y director en Londres y en Ginebra, sólo hayas comenzado a escribir teatro a los 65 años de edad.

WA: Es que sin toda esa experiencia previa seguramente yo no habría sentido la necesidad de escribir teatro ni hubiera podido estar medianamente calificado para hacerlo.  Ir en Londres 3 o 4 veces por semana al teatro fue también un aprendizaje muy enriquecedor y un gran estímulo para intentar el salto. Sin olvidar las lecciones recibidas de algunos grandes que por fortuna se cruzaron en mi camino.

RS: El Premio que Casa de las Américas otorgó en Cuba en 2001 a tu primera obra  ”El escorpión y la comadreja” fue un buen espaldarazo.

WA: Sí, lo fue. Pero voy a confesarte algo. Pasada la euforia y emoción que me causó ese galardón prestigioso  (que no incluía la representación del texto sino su publicación), tardé muy poco tiempo más en enfrentarme con las realidades del mercado, obligado a correr la suerte de tantos otros dramaturgos perdidos en la muchedumbre que no logran que sus obras se divulguen y - sobre todo - que se representen.

RS: Esas palabras tuyas me llevan a expresar otra sorpresa: la de que habiendo escrito ya una veintena de obras no parece haber un reconocimiento mayor en Uruguay hacia tu considerable aporte al teatro nacional.  

WA: Bueno, no me corresponde emitir juico sobre eso que denominas “aporte al teatro nacional”, cosa que sólo podría evaluarse si en efecto se conocieran y analizaran mis textos con prescindencia de su cantidad, detalle éste que me parece irrelevante. Creo que es importante señalar que luego del galardón en Cuba y de un par de obras premiadas por Agadu, Cofonte y el Ministerio de Educación y Cultura, yo comencé a financiar la publicación de todas mis obras. Desprovistos de apoyo publicitario, esos libros viven penosamente y casi escondidos en las pocas librerías que aceptan no más de 3 ejemplares en consignación. De la comisión leonina que cobran cuando a cada muerte de obispo se vende un ejemplar, mejor ni hablemos. Pero permíteme destacar algo importante, producto de mi experiencia personal.

      Al publicar mis obras con el obvio propósito de divulgarlas, caí en una trampa: las encomiables convocatorias para otorgar premios a la dramaturgia (en el Uruguay y en otros países) sólo admiten el concurso de obras que no hayan sido representadas ni publicadas anteriormente. El criterio me resulta tan incomprensible como injusto pues no sólo cierra la puerta a obras “nuevas”, sino que también castiga el esfuerzo del autor en publicarlas para testimoniar su existencia y lograr que se representen. Un premio no puede ni debe ser condición indispensable para que una obra llegue a escena.

RS: ¿ Que te impulsa a escribir teatro?

WA: ¡Ah!, menuda pregunta. Te contestaré a la inversa. Las obras de teatro NO se escriben para invernar en letras de molde hasta que las polillas se den un buen banquete, sino para ser representadas en manos de un director y sus actores. Recién entonces cobran vida y exponen sus posibles valores y limitaciones. No sólo eso: una puesta en escena brinda al autor la formidable oportunidad de perfeccionar su oficio.

RS: Si no me equivoco, sólo se han estrenado tres obras tuyas en el Uruguay.

WA: Es cierto. Y no aburriré a nadie con mayores lamentos más allá de recordar que Pirandello escribió una magnífica obra en la que seis personajes interrumpen un ensayo para convencer a un director que lleve a escena sus vidas. Yo, con la misma intención, sigo y seguiré buscando  un teatro para mis obras. Donde sea.

RS: ¿Qué forma implica esa búsqueda?

WA: Yo invierto gran parte de mi tiempo y esfuerzos golpeando a las puertas de los teatros, sin respuesta muchas veces. Cuando las hay, se invocan limitaciones presupuestales, la falta de sintonía con el resto del repertorio ya elegido o lo inoportuno del momento para programarlo en una determinada temporada. Poco o nada se dice sobre la obra en sí.  

      Lamentablemente, mi caso no es una excepción.

Hace algunos años ya, un joven dramaturgo canadiense tuvo el gesto valiente y admirable de renunciar a un “Molière”, la más alta distinción que Francia otorga al teatro. Lo hizo declarando públicamente que era su protesta solidaria ante todas las obras ofrecidas por sus autores a teatros del mundo sin merecer un simple acuse de recibo.

RS: “Pasión ardiente”, la que por ahora es tu última obra, fue publicada en Buenos Aires hace poco más de un mes. ¿Es cierto que la escribiste durante tu “encierro” en la pandemia? 

WA: Sí. Fue el mejor antídoto contra el virus, descubriendo además que no tengo vocación de ermitaño. Fue una búsqueda más en nuestra historia pasada sobre la batalla que libró José Pedro Varela en pro de la educación del pueblo. Su voluntaria participación en el gobierno de Latorre - dictador autoproclamado - lo expuso a críticas feroces que aceleraron una muerte injusta y prematura. Sin proponérmelo, terminé la obra justo cuando el gran proyecto humanista de Varela cobró nueva vigencia y polémica actualidad en el marco del reciente plebiscito uruguayo sobre la Ley  de Urgente Consideración.

RS: Tu“Trilogía uruguaya” aparece como el trabajo más comprometido y ambicioso en tu Antología. Al tratar de los años negros en el Uruguay y del retorno a la democracia a mediados de 1980, podría pensarse que la Trilogía reclama particularmente su estreno en Montevideo donde ya se han dado a conocer otras miradas de autores nacionales sobre aquel turbulento período. 

WA: Bueno. Neruda decía que amaba particularmente cada uno de sus poemas sin querer revelar  cuál era el favorito. Salvadas las distancias, yo diría lo mismo. Más que el conjunto de mi veintena de obras, la  “Trilogía” podría representar un trabajo merecedor de sumarse a los que otros autores nacionales ya han escrito sobre esos años. Y ojalá llegue a las tablas antes de que el estreno revista carácter de ceremonia póstuma cuando yo deje de pedalear y golpear puertas. 

RS: ¿Algo más en vista?

WA: Por ahora, no. Pero si surge algo, te paso el dato.

 

 

                             

 

 

 

       

       

 

  

 

 

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