Mirta Vanni, nacida en Carmelo en 1924, residente en Montevideo, que tiene el honor de ser la primera mujer piloto profesional del país, cumplió 100 años el 3 de enero. El Portal APU.uy la saludó y conversó de sus raíces carmelitanas.
El día de su cumpleaños, por la mañana fue homenajeada en el aeropuerto de Melilla y por la noche en su casa en Pocitos, compartió fiesta con familiares y amigos. Ese día, en medio de tantas emociones, la conversación fue breve con el Portal APU.uy. Las primeras palabras fueron sobre los apellidos, dijo ser “prima hermana” del ya fallecido profesor Abel Vanni (Carmelo).
“Viví hasta los 13 años en Carmelo. Primero en Punta Piedras”. Cuando tenía seis años su familia se mudó a la ciudad misma de Carmelo. Allí comenzó su atracción por los aviones. Había un señor hijo de un alemán que tenía un avión particular. Todos los días Mirta iba al campo de aviación para verlo volar. Hasta los 13 años estuvo mirando aviones: “Siempre tuve la ilusión de poder volar”.
En ese tiempo cuando falleció su padre, se fue con su madre a vivir a Montevideo. En ese lugar pudo cumplir su sueño de volar, al punto de transformarse en la primera mujer piloto profesional y en la primera mecánica de aviones.
Mirta, una mujer como mucha confianza en sí misma, es un orgullo para Carmelo, para el país, por
su servicio al campo y por realizarse vocacionalmente como piloto pese a las adversidades que tuvo que enfrentar por el sólo hecho de ser mujer.
Datos de su biografía*
Hizo el Liceo en Montevideo y como quería trabajar tomó un curso de dactilografía y lo consiguió. Vino la guerra. En 1941 se apuntó en los servicios voluntarios del Estado para hacer el curso de enfermera; allí surgió un curso de “enfermera de avión”, y como escuchó la palabra ´avión´ se inscribió, pese a que el contenido nada tenía que ver con vuelos.
Más adelante aparecieron becas, destinadas a enfermeras voluntarias que desearan hacer el curso de piloto amateur en el Aeroclub. Mirta se inscribió. Tenía 16 años. Seguidamente continuó su formación como “piloto profesional” y así se convirtió en la primera mujer en realizarlo. También fue la primera mujer en hacer un curso de mecánica, porque en su equipo nadie sabía cambiar el aceite o arreglar la bujía de un avión. Mirta Vanni voló muy alto por ser una mujer muy decidida y con una clara vocación como aviadora.
En 1943 recibió el Brevet Profesional Clase B que la dejaba habilitada para pilotar profesionalmente. Un año después “PLUNA” hizo un llamado para pilotos profesionales y Mirta se presentó.
“Yo tenía 19 años, pero estaba calificada, tenía mi patente. Pero el que seleccionaba a los aspirantes era un americano y me dijo ‘mujeres acá no quiero’. Y no hubo caso. No me explicaron nada más. Yo quería ser piloto para volar en una aerolínea, pero no pude entrar”.
En ese momento Uruguay vivió una gran invasión de langostas y el Estado compró tres aviones de
fumigación. “Era una novedad acá porque no se conocía ese tipo de aviones. Pero ahí vi la oportunidad y me presenté al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y entré como
piloto”.
El Servicio Aéreo del Ministerio empezó a crecer y ella fue nombrada directora. Estudió como mecánica de mantenimiento de aviones para solucionar los inconvenientes que surgieran con su
flota, convirtiéndose en la única mujer en obtener esa calificación en Uruguay. Fue quien mandó a
crear los hangares para los aviones en Melilla. Allí mismo, el pasado 3 le rindieron homenaje las
autoridades aeronáuticas y del MGAP.
Dentro del MGAP se ocupó de la fumigación de campos. En ese trabajo en el ministerio fue que tuvo la valentía de pilotear desde Estados Unidos a Uruguay. Había que traer dos nuevos aviones desde Norteamerica de apuro. Ponerlos en la bodega de un barco era un riesgo. Iban a tardar demasiado en llegar. La única manera era traerlos en vuelo. Vanni, como jefa del Servicio Aéreo del ministerio, conocía la urgencia de tenerlos a disposición. Se le ocurrió esa idea: hacerlos llegar volando hasta su destino en nuestras tierras. Le dijo al jefe de pilotos, un militar retirado que estaba a su cargo, que lo único que se le ocurría para que llegaran a tiempo para frenar las plagas que destrozaban los campos del país, era que ellos dos fueran a buscarlos a Texas. Allá salieron, en misión exitosa. El vuelo fue duro, a ella se le congelaron los pies por la altura.
Desobedeció en varias ocasiones las reglas, como cuando decidió con un equipo salir a fumigar
campos del norte del país, sin autorización de Aduanas.
Fue piloto de Wilson
Cuando Wilson Ferreira estuvo al frente del ministerio, para conocerlo, lo llevó personalmente en avión desde Montevideo hasta Rocha, donde el ministro tenía campo.
En ese viaje Wilson le dijo que en su despacho tenía un expediente en el que pedían la “cabeza” de
ella, la razón: haber salido sin permiso de Aduanas para fumigar el norte del país.
También recuerda y cuenta Mirta, que por aquella época Wilson la mandó, de un día para el otro, por tres meses a Nueva Zelanda para aprender nuevas técnicas de fumigación.
*Tomado de varios medios periodísticos para evitar que Mirta reconstruyera su historia con el Portal APU.uy


